Al día siguiente, tras pasar casi toda la noche anterior despiertos debido al trastorno horario que teníamos, empezamos la mañana muy temprano yéndonos a comer algo a nuestro 7 Eleven favorito. Pasaban poco más de las 6 de la mañana cuando en nuestro breve trayecto entre la guesthouse y la tienda vimos como pequeños grupos de coreanos y extranjeros volvían a casa después de haber salido de fiesta la noche del sábado. Ya era domingo y nos estábamos arrepintiendo de no haber salido el día anterior, pero por suerte lo que nos deparó esa misma noche de domingo mereció la pena.
Como ese tipo de tiendas solían estar abiertas 24 horas, no hubo problema para tomar un rápido “desayuno”, que consistió en ramyeon y un triángulo de arroz con alga, clásicos recursos que tanto nos sacaron de inesperados apuros alimenticios.