domingo, 8 de enero de 2017

Next Corea 2 | Capítulo 1: Volviendo a Corea del Sur y la odisea de perder las maletas

¡Buenas! Como hace mucho que no escribo en el blog y tenía ganas de retomarlo, he decidido que una buena manera sería contar nuestras experiencias de nuestro segundo viaje a Corea del Sur más detalladamente, por escrito y con las fotos que íbamos sacando, al igual que hice con el anterior “Next Corea” junto con los vídeos. La verdad es que me hubiera gustado hacerlo durante el viaje, pero no podía sacar mucho tiempo para editar y a la vez escribir. ¡Supongo que nunca es tarde para retomar nada! Así que allá voy...





¿Que por qué volvimos a Corea? Buena pregunta...
A tres semanas de que empezara este segundo viaje ni siquiera nosotros mismo sabíamos que volveríamos a viajar tan pronto, y menos en verano, esa época en la que prometimos no volver por el sufrido calor húmedo que casi no te deja vivir.

Pero, como recordar antiguas anécdotas del primer viaje ya era costumbre entre nosotros, a finales de junio de 2016, en uno de los puntos álgidos de nuestros momentos de nostalgia una cosa llevó a la otra... y se acabó, fantasear con volver a viajar a Corea del Sur se iba a convertir en realidad. La motivación del momento nos hice barajar la opción de irnos ese mismo verano y antes de que la cosa se quedara en nada ya teníamos el vuelo comprado. Ya no había marcha atrás, tocaba gastar los ahorros en una aventura totalmente improvisada, la cual iba a merecer mucho la pena. Esta vez iban a ser 40 días por lo que solo reservamos alojamiento para los primeros días.

"Y nos fuimos pa' Madriiii..."

Llegó la noche en la que partimos a Madrid en autobús para luego tomar un avión, o mejor dicho, tres. En esta ocasión, al ser un vuelo tan repentino si queríamos que fuera barato nos iba a tocar hacer 2 escalas. Después de vivirlo ya sabemos que fue la peor decisión que pudimos tomar.

En resumen: 6 horas en bus hasta Madrid, 8 horas de espera en el aeropuerto de Madrid, 2 horas y media de vuelo hasta Londres, 3 horas y media de espera en Londres, 11 horas de vuelo hasta Shanghai, 2 horas de espera en Shanghai y 2 horas de vuelo hasta Incheon. Eso hace un total de 35 horas de viaje. Nunca más.

Eternas esperas en el aeropuerto de Madrid

A todo esto hay que sumarle el episodio de Londres con las maletas, pues resulta que en Madrid sólo nos las facturaron hasta Shanghai y había que aclarar el asunto para que cambiaran la pegatina para poder recogerlas en Incheon, cosa que se suponía que ya nos arreglaron en Londres tras hablarlo con varias personas del aeropuerto, peeeeero, no. Lo que nos lleva al episodio de las maletas perdidas, que empezó tras aterrizar en Incheon.

De nuevo, y tras 35 duras horas pudiendo dormir poco o menos entre viaje y viaje, la emoción por llegar a nuestro destino nos invadía. Por fin. Emoción que duró lo que tardamos en darnos cuenta de que nuestras maletas no aparecían por la cinta de las maletas facturadas correspondientes a nuestro vuelo... "¿Y ahora qué?" Con esto no contábamos.

Parada técnica en Londres

Tras desistir de esperar fuimos a reclamar, a preguntar al señor del mostrador de maletas perdidas. La verdad es que estábamos tan cansados que nos daba un poco igual todo, la emoción de estar de nuevo viajando por Corea curaba todo los males. Aun así rezábamos para que al menos el señor del mostrador nos entendiera y nos diera una explicación que pudiéramos entender. Las maletas, como era de prever tras el malentendido de las pegatinas, o lo que fuera, se quedaron en Shanghai. Me cago en todo.

Al menos estaban localizadas, y tras gestionar el código de nuestras maletas, dar una descripción de ellas por si acaso y proporcionarles la dirección de nuestro alojamiento en Seúl los primeros días, el amable señor nos comentó que al día siguiente por la tarde venía un vuelo con nuestras maletas y las enviarían directamente a la guesthouse. Uff, ¡qué alivio! Aunque, visto lo visto, ya no confiábamos en que algo pudiera salir bien en este viaje.

Última escala en Shanghai

La cosa no acabó ahí. Nuestro último avión había llegado con retraso, por lo que andábamos algo justos de tiempo para coger el metro. Cuando llegamos eran casi las 23.00, el metro cerraba poco antes de las 0.00, y teníamos reclamar las maletas. Tras esperar la cola y con todo ya aclarado, corrimos para salir del aeropuerto, pero nos dimos cuenta de que no habíamos rellenado el papel de la declaración de bienes y el de los datos personales, que aunque no tuviéramos nada que declarar había que rellenarlo y entregarlo antes de salir. Eso hizo que perdiéramos valiosos minutos que luego fueron los que nos faltaron cuando llegamos a la entrada del metro y un señor coreano con gestos nos indicó que se acabó, que no teníamos más trenes para ir a Seúl.

Y de nuevo nos preguntamos: “¿y ahora qué?”
La opción de coger un taxi u otro posible medio de transporte la descartamos pues se nos iba a ir demasiado dinero. Miramos los horarios del metro y el primero salía a las 5.30. Si habíamos estado más de 35 horas viajando, añadir unas 5 horas más al sufrimiento no iba a ser tan difícil, igualmente el abanico de opciones no era mucho más amplio que eso, por lo que de nuevo a esperar.

Sólo un poco más...

Antes de nada había que ponerse en contacto con la guesthouse, la primera noche de alojamiento la íbamos a perder y si no avisábamos quizás perderíamos el resto de noches reservadas. Me puse en contacto con ellos a través de la aplicación de Booking. El encargado muy amable lamentó los problemas que tuvimos y nos comentó que no había ningún problema, que nos reservaba la habitación.

Y ya está, ahora sí teníamos la noche para nosotros, para vagar por el aeropuerto de Incheon, contemplar como otras almas viajeras perdidas también vagaban por sus instalaciones. Echar alguna cabezadita en algún rincón, buscar enchufes para cargar móviles y portátil, comer en algún restaurante de comida rápida que aun estuviera abierto, etc.

Lluvia en Shanghai y más tarde lluvia en Seúl

El tiempo pasó más rápido de lo esperado. Nos dirigimos al metro para tomar el primero de la mañana. Por fin tocaba el último tramo esperando, unas 2 horas, entre que viajábamos desde Incheon hasta Seúl y luego en Seúl llegar hasta el alojamiento.

Estábamos emocionados porque ya podíamos empezar a ver de nuevo los primeros paisajes se Corea del Sur a través de las ventanas del tren, aunque por contraste todo eran caras largas en el vagón. Mientras tanto nos preguntábamos:

Junto a los enchufes más solicitados del aeropuerto de Incheon 

“¿Podíamos empezar peor el viaje?” No. Lo bueno de empezar así es que lo siguiente tiene que ser bueno, y así fue. Nuestra llegada fue la única mala experiencia durante todo el viaje, y nos sirvió como experiencia para aprender a solucionar los problemas de maletas perdidas y para no volver a cometer el error de pillar un viaje tan largo.

Consejo viajero del día: Chicos, os recomiendo que toméis viajes con las menos escalas posibles y tiempo de espera, cuantas más tengas más probabilidades hay que salga algo mal por el camino.

Primer tentempié coreano

Tras llegar al barrio donde se encontraba el alojamiento, esperamos un rato en una cafetería tomando algo para hacer tiempo, ya que era demasiado temprano y nadie nos contestó cuando llamamos a la guesthouse. Aunque realmente lo primero que hicimos fue, además de comer algo de ramyeon, comprar un pequeño pero potente paraguas coreano porque nos iba a hacer falta, la lluvia era intensa en ese momento.

Hicimos el check-in, nos duchamos y dormimos hasta la tarde.

Bong House, donde pasaríamos el primer fin de semana

Alguien llamó a la puerta de la habitación. Era la chica que nos atendió en recepción, que llevaba con ella nuestras maletas. Finalmente estaban de vuelta, justo cuando empezábamos a pensar en que íbamos a tener que comprar algo de ropa si no llegaban o se volvían a extraviar… pero no, nuestras pertenencias, junto con nuestra suerte, volvían a estar con nosotros.

Por la noche fuimos a comer a un restaurante, precisamente al primer restaurante coreano donde comimos en el primer viaje a Corea del Sur. Uno especializado en Gimbap. Pedimos varios platos diferentes para compartir: Gimbap, Tteokbokki y Udon. Todo estaba igual de bueno que la primera vez o más. Espero que no lo cierren nunca y siempre sea tradición volver a ese restaurante la primera vez!

Se me hace la boca agua viendo esta foto...

Después de este larguísimo viaje no nos quedaban ganas de mucho más. Recuperar toda la energía perdida durante el viaje, junto con la problemática del jet lag, iba a ser duro. El resto de la noche iba a tratarse de descansar y aprovechar la falta de sueño para editar el vídeo del primer capítulo de nuestra llegada a Corea del Sur.



Vídeo del capítulo 1:

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