Como ya explicamos en nuestra llegada, este viaje a Busan había sido bastante diferente al anterior en 2014, un poco más largo y menos turístico, pero más cultural, descubriendo otra cara distinta de Busan gracias nuestras amigas. Además de lo mostrado en los dos capítulos anteriores, nuestro paso por Busan dejó otras experiencias muy variadas.
Habían pasado dos noches y aún no habíamos podido pagar el alojamiento porque necesitábamos cambiar dinero. El dueño de la guesthouse nos dijo que no nos preocupáramos y que cuando pudiéramos. De paso le preguntamos qué zonas eran las mejores para encontrar establecimientos de cambio de divisas. Con su respuesta marcamos nuestro siguiente destino turístico: Jagalchi Market y Nampo-dong.
Infinitos puestos de pescado en una interminable calle de Jagalchi
Ya conocíamos estas zonas por el anterior viaje, aunque en esta ocasión las veríamos durante el día. Fue fácil llegar hasta el mercado de pescado Jagalchi, ya que tiene una parada de metro con su nombre y estaba muy cerca del lugar que visitamos el día anterior. Nos dirigimos a Jagalchi para dar una vuelta, ver el ambiente de este impresionante mercado tradicional de pescado y de paso buscar dónde cambiar dinero.
La verdad es que es muy interesante visitar este mercado, y seguro que sería una experiencia única probar aquí algunos de los manjares coreanos en este ambiente tradicional, pero no teníamos el cuerpo para experimentos y nos limitamos a observar. Cientos de distintos puestos, con especies raras de pescados u otros seres marinos que desconocemos, todos en sus correspondientes peceras esperando a que un hambriento coreano o un turista curioso los elijan como aperitivo. Eso sí, a la tercera va la vencida y esperamos que en el siguiente viaje podamos probar algo de aquí, o no...
Todos puestos regentados por señoras coreanas muy parecidas
Entre las calles de alrededores encontramos algunos bancos donde preguntar a cuanto estaba el cambio. Uno de ellos no cambiaba euros y otro no nos convencía el precio del cambio. Seguimos buscando y cada vez acercándonos más a la zona de Nampo-dong.
Sin querer llegamos a la plaza BIFF, llamada así por el Festival Internacional de Cine de Busan, evento de gran importancia. Se ve que las calles están decoradas con la temática del cine, incluso en el suelo puede verse las huellas de famosos en el cemento al estilo Hollywood. Hicimos una pequeña paradita es los puestos de comida de este barrio y no nos pudimos resistir a volver a comprar un riquísimo bollito Ssiat Hotteok (씨앗호떡).
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Nos dejamos de tonterías, de divagar entre calles y fuimos directo a nuestro objetivo principal, cambiar dinero. Encontramos 2 bancos más muy cercanos y preguntamos en ambos. Como estábamos ya muy cansados de caminar y no encontrar nada, decidimos cambiar en uno de estos. A diferencia de los sitios dedicados exclusivamente al cambio, en los bancos el proceso era más formal. Cogimos número para esperar la cola y esperamos nuestro turno. La chica que nos atendió rellenó un papel con la cantidad y el cambio correspondiente, que nos guardaríamos como resguardo. Nuestros euros desaparecieron y le dimos la bienvenida a los wons!!
Por fin teníamos dinero y podríamos pagar al casero!!
Clásicas recreativas por todas partes
Al día siguiente, por la noche habíamos quedado con nuestras amigas coreanas. De nuevo para ir a comer a otro sitio que ellas recomendaran. Aunque antes de eso nos llevaron a un sitio que nos sorprendió bastante, a un local de recreativas enorme. Maquinitas de todo tipo por todos los rincones del edificio. Tenía todos los componentes clásicos de estos lugares: videojuegos, máquinas de grúas para obtener peluches, para bailar, Air Hockey,… incluso máquinas que nos impresionó ver allí dentro, como la típica atracción de feria que nosotros llamamos “la olla”.
No podían faltar estas máquinas con grúas para obtener peluches
Nosotros probamos un cine en 4D. Eliges una de las “películas” disponibles, te dan unas gafas y entras en la sala. Los asientos se mueven bruscamente según la acción que sucede en la peli. La nuestra fue de terror y la verdad no fue gran cosa, solo unos 5 minutos de meneo e intentos de sustos, aunque como experiencia en grupo para echar el rato no está tan mal.
La cartelera del cine en "4D"
La cena nos esperaba en un restaurante especializado en comidas picantes. Cuando les dijimos a nuestras amigas que no nos importaba lo picante no creímos que fuera fuego lo que íbamos a comer. En total fueron 3 platos, a cuál más picante, siendo el plato estrella Bokkeumbap (볶음밥), es decir, arroz frito muuuuuy picante. Además comimos Bokkeummyeon (볶음면), que era lo mismo pero con ramyeon picante, y otro plato que no recuerdo el nombre pero no se quedaba atrás en cuanto a pique. Sufrimos mucho cenando esa noche pero eso no quita que todo estuviera delicioso.
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Preparando el Bokkeumbap | Zumo de melocotón, el antídoto para el picante
Otro de los días más destacados que pudimos grabar fue la noche que salimos por la zona de la playa Gwangalli. Iba a ser un día normal de visitar alguna cosa, de sobrevivir un día más en nuestro barrio coreano y terminar descansando. Pero el amigo coreano que conocimos en la primera noche de fiesta en Hongdae se puso en contacto conmigo a través de Instagram y dio la casualidad que él venía a pasar unos días en Busan. Hong venía con muchas ganas de fiesta y no le íbamos a decepcionar.
El primer brindis de la noche: Soju versus Makgeolli
No quedamos en un lugar concreto, me dijo simplemente que fuéramos por la noche a Gwangalli cuando quisiéramos y allí le avisara para decirnos dónde estaba. Esto nos llevaba a la típica aventura de intentar pillar Wi-Fi de cualquier sitio para para poder comunicarnos.
Llegamos a la playa sin saber muy bien que nos depararía la noche. No conocíamos la zona para salir de fiesta y Hong no contestaba de momento los mensajes, así que había que hacer tiempo tomando algo de soju y makgeolli.
¡El reencuentro con Hong!
Por fin Hong recibió mis mensajes y dijo que en 15 minutos nos veríamos en un bar muy conocido de la zona, un Thursday Party, de la misma cadena de pubs donde nos conocimos en Hongdae. Nos tomamos tranquilamente nuestras bebidas coreanas en la playa y fuimos a buscarlo.
El pub estaba llenísimo, casi ni se cabía. Entramos, pero Hong no estaba por ninguna parte. Pedimos en la barra una cerveza cada uno y buscamos un hueco por donde pararnos a esperar y disfrutar de la música. No pasaron ni 5 minutos y unos coreanos que no conocíamos de nada empezaron a interactuar con nosotros. Entre saludos y gritos de buen rollo nos hicimos con nuestros nuevos amigos de la noche. Fue bastante extraño, incluso como vieron que lo que bebíamos era sólo cerveza… ¡nos invitaron a una copa a cada uno!
Fue fácil hacer nuevos compañeros de fiesta
¿Pero que intenciones tenían estos dos coreanos con nosotros? Dudamos y sospechamos bastante al principio, ¿tan de buen rollo y cercanos podían ser con nosotros habiéndonos conocidos hace un momento? Pues sí, en Corea del Sur esto es posible y más frecuente de lo que creíamos.
Finalmente Hong llegó. Él y otro amigo suyo se unieron a nosotros y a los otros coreanos y pasamos el resto de la noche en este pub. El buen ambiente y los buenos amigos hicieron de la noche una gran experiencia fiestera que recordar en nuestro viaje a Busan.
Qué buenos recuerdos...
Sólo un día más y volveríamos a Seúl.
Vídeo del capítulo 5:
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