martes, 27 de junio de 2017

Next Corea 2 | Capítulo 8: Cambiando dinero en el barrio de Myeongdong


Tras poner la lavadora y dejar la ropa tendida, nos preparamos para dar una vuelta por Seúl. El objetivo de la tarde era pasarnos por el barrio de Myeongdong para cambiar dinero y comer algo allí, después ir a un supermercado cerca de la estación de Seúl y comprar almohadas.

Antes de salir volví a contactar con nuestra amiga coreana para resolver la duda de la tarde: ¿Dónde comprar almohadas o ropa de cama en Corea del Sur? Obviamente en supermercados, pero queríamos saber dónde era mejor, más barato y que nos pillase cerca. Ella nos dio algunas recomendaciones y al final nos quedamos con la de ir a comprar a un gran supermercado llamado Daiso (다이소). Estaba cerca de la zona donde estaríamos por la tarde y no iba a ser muy caro.

Barrio de Myeongdong. Lugar perfecto para el turismo de compras.

Pero antes necesitábamos recargarnos de wones cambiando nuestros euros. Iba a ser la tercera vez que cambiáramos en todo el viaje. El sistema que seguíamos era ir cambiando para lo que vamos necesitando durante una semana más o menos. Así íbamos controlando mejor lo que gastábamos, pero estábamos sujetos a que una semana hubiera una mejor tasa de cambio y otra no tanto, aunque la diferencia tampoco era demasiado significativa. 

La primera vez que cambiamos dinero fue cuando llegamos a Corea, en el aeropuerto de Incheon, lo suficiente para pagar los primeros días en Seúl y viajar hasta Busan. La segunda vez en un banco de Busan, lo suficiente para vivir la semana que estuvimos allí, para volver a Seúl y pagar el Goshiwon. Así que una vez llegados hasta este punto tocaba hacer nuestro tercer cambio. Ya en el primer viaje cambiamos una vez por la zona de Myeongdong, a pesar de que nos recomendaron que no lo hiciéramos allí por el mal cambio que ofrecían, pero curiosamente fue el mejor cambio que obtuvimos en ese viaje. Había que volver a probar suerte.

En Myeongdong: ¡Las paredes de un edificio decoradas con plantas reales!

Cogimos nuestros euros y fuimos al metro dirección Myeongdong. Empezaba nuestra búsqueda del mejor establecimiento para cambiar dinero. Nos perdimos entre las calles de este enorme barrio lleno de tiendas de todo tipo, llena de turistas atraídos por el turismo de compras. Los famosos de moda anunciaban en grandes carteles los productos estrella, especialmente las grandes marcas de maquillaje, tanto para hombres como para mujeres. 

Nos acercamos a una pequeña ventanilla de cambio, en una de las calles más céntricas del barrio, y el precio era bastante elevado. El primer intento de cambio descartado, como era de esperar. Encontramos varios lugares más para cambiar alrededor de éste, todos con el mismo tipo de cambio. Empezamos a preguntarnos si ese sería el único precio que había en Myeongdong, pero no. En cuanto salimos de las calles principales los wons que te daban por cada euro aumentaban.

Uno de los taaaantos locales que cambian dinero en Myeongdong

Aprendimos que a medida que nos alejábamos del centro y buscábamos en las calles de alrededor del barrio el cambio mejoraba un montón. Encontramos varias tiendas que daban un cambio muy aceptable y decidimos terminar ahí la búsqueda. Es cierto que tantas vueltas para una diferencia de ahorro de unos pocos euros no merecen la pena, pero también nos servía como aprendizaje, para conocer cómo funcionan ente tipo de tiendas y como compiten entre ellas según la zona donde se asientan.

Con menos euros en el bolsillo y más wones disponibles para gastar, fuimos a buscar dónde comer. Muuuuchos restaurantes donde elegir en este barrio. Entramos en uno que parecía tener buena relación calidad-precio y que no estaba muy lleno. Es una bendición entrar en un restaurante o tienda y sentir el fresquito del aire acondicionado en el caluroso verano coreano. Pedimos cada uno un plato y otro para compartir. Como siempre, olvidamos que en Corea suelen llenar mucho los platos de comida y nos pasamos un poco  pidiendo el tercer plato a compartir. Pero todo muy rico.

Elegir comida señalando con el dedo supera cualquier barrera idiomática

Con el estómago lleno ya podíamos centrarnos en el objetivo principal de la tarde: almohadas. De nuevo al metro, dos paradas desde Myeongdong hasta la estación de Seúl. Encontramos fácilmente los centros comerciales de la estación y entramos en Daiso. Había varias plantas, dividías en secciones según los productos que se ofrecían, como cualquier centro comercial o supermercado del mundo, pero con sus propias peculiaridades coreanas. Nos perdimos entre los diferentes pasillos buscando y nada. Subimos a otra planta y finalmente encontramos la zona que buscábamos. Cojines, almohadas, sabanas y otros elementos para la comodidad del hogar.

Preparando Kimchi de supermercado

En un principio el objetivo era comprar también sábanas, pero los precios eran demasiado elevados y nos podíamos apañar con mantas que teníamos. La almohada sí era muy necesaria. Encontramos de muchos tipos y diferentes precios. Vimos una oferta de 2 x 1, en la que vendían 2 almohadas por 12.900 won. Cada uno pagando 6.450 won por su almohada, unos 5,20 euros. Un precio muy bajo para una almohada que más tarde descubrimos que era muy cómoda, hasta más cómoda que la propia cama de la Goshiwon.

Obtener dos almohadas, conseguido.

Pasamos por caja y cargamos con el pack de almohadas por el metro hasta llegar de nuevo a Hongdae. De vuelta en casa. Aunque aún no podía llamarse casa, nos quedaban 30 días por delante para acabar considerando el Goshiwon como nuestro hogar, cutre y pequeño, pero suficiente para seguir disfrutando de Seúl.



Vídeo del capítulo 8:

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