miércoles, 16 de agosto de 2017

Next Corea 2 | Capítulo 11: Una buena noche de mierda


¿Sabéis de esos días en los que nada sale como estaba previsto? ¿En los que una serie de acontecimientos desfavorables para tu día se encadenan y traen la mala suerte? Pues esa fue nuestra buena noche de mierda. “Mierda” porque salió casi todo mal y “buena” porque la alternativa estuvo divertida, teniendo nuevas experiencias y descubriendo nuevos lugares donde salir.

Comenzamos el sábado despertándonos tarde. Y con mucha hambre. Salimos del goshiwon y damos un paseo por Hongdae hasta la zona llena de restaurantes. ¿Qué será hoy? ¿Algún sitio de fideos, buffet de carne, comida del 7 Eleven o puestos callejeros? Nada de eso, tocaba probar un nuevo restaurante que se convertiría en uno de nuestros favoritos: Han’s Deli.

La primera vez de tantas aquí

La comida de este restaurante era variada, desde platos coreanos clásicos como Tteokbokki, a platos más internacionales como pizza o pasta. En cuanto entramos al restaurante en el mismo mostrador cogimos el menú y buscamos una mesa en la segunda planta para acomodarnos a elegir el almuerzo del día.

Los platos elegidos fueron chuleta de cerdo con patata dulce y queso, Udon de bulgogi y Tteokbokki con queso. Mientras Víctor bajó a pedir la comida y pagar, yo me dediqué a llenar platitos con los complementos que ofrece gratis el restaurante: kimchi y pepino. Además de llenar dos vasos en la máquina de agua que podías usar todas las veces que quisieras.

Nuestro delicioso almuerzo de hoy

A medida que comíamos íbamos comentando el plan previsto para la noche, es decir, fiesta. Habíamos quedado con unos amigos españoles que estaban en Corea por un campeonato de Hapkido. Un poco de pubs, música en locales de jazz y beber en zonas de fiesta… todo eso según el plan INICIAL. Cosa que se torció muy repentinamente.

Tras pasar la tarde muerta, descansando y preparándonos, por la noche nos dirigimos hacia nuestro destino. Quedamos por la zona de Jongno, cerca del hotel donde se alojaban nuestros amigos, desde donde empezaríamos la fiesta. Nos iban a esperar en un sitio muy concreto a una hora muy concreta. El problema fue que nos equivocamos de salida en el metro, no encontramos el lugar y se nos hizo tarde. ¿Problema? Confíanos en que encontraríamos algún WiFi libre y podríamos contactar con ellos, pero no. Precisamente hoy no pudimos conectarnos, y el GPS nos mandaba en otra dirección… Empieza la racha de mala suerte.

En el metro, todavía creyendo que llegaríamos a alguna fiesta

Acabamos tirando la toalla y buscamos un plan b. El cual implicaba volver a Hongdae para vernos con un viejo amigo coreano que conocimos en el primer viaje, cosa que debíamos hacer ya, pues si seguíamos allí y no tomábamos el último metro lo perderíamos y estaríamos muy lejos de casa.

Corrimos al metro. Estaba desértico, pero como nadie nos echaba para atrás entendimos que aún habría alguno circulando. Y sí, llegó y nos sentimos aliviados de coger el último de la noche por los pelos. ¿Problema? 2 paradas más tarde unos señores que trabajaban en el metro entraron en los vagones y nos echaron a todos. El horario de la línea circular había terminado sus servicios por esa noche.

El autobús nocturno estaba petado de gente sin metro como nosotros

¿Y ahora qué? Perdidos lejos de nuestro barrio y sin medio de transporte fácil como el metro. La fiesta esperándonos en Hongdae y nosotros tratando de conectarnos en algún WiFi y localizar donde podíamos tomar un autobús nocturno. Localizamos una parada a 10 minutos andando, fuimos y justo al llegar se había marchado nuestro bus. Mala suerte para variar…

30 minutos de espera que aprovechamos comprando cervezas en el 7 Eleven colocado estratégicamente junto a las paradas de buses. Así empezamos calentando la triste noche, perdidos en mitad de la ciudad y tomando cervezas en una larga espera hasta llegar a la fiesta.

Que comience la actividad cultural más popular de Corea: beber alcohol.

Subimos al bus nocturno, el cual cuesta el doble de wones que uno diurno y comienza nuestra travesía. Ir en bus no es lo mismo que el metro. Es un poco más incómodo y no tan intuitivo que el metro, pues tienes que estar con los 5 sentidos para saber cuál es tu parada y pulsar el botón, aunque adonde nos dirigíamos siempre había alguien más que bajaba.

Por fin en nuestro barrio, en el lugar más famoso para la fiesta en Seúl. Fuimos al Playground, es decir, al parque donde todos vienen a beber y disfrutar de música callejera antes de entrar en algún local. Nos encontramos con nuestro viejo amigo aquí, nos tomamos algo y entramos en un pub/discoteca que fue el descubrimiento del viaje en cuanto a sitios de fiesta se refiere.

El reencuentro con nuestro amigo coreano antes de entrar en la discoteca

Mike’s Cabin, se llamaba, y la curiosidad es que está lleno gente de habla hispana, incluido coreanos y coreanas!! Un ambiente latino que era muy chocante encontrar en Corea del Sur, donde poder hablar con gente en tu propio idioma. Fue interesante la experiencia, hicimos amigos y descubrimos un lugar que sería el principio de muchas buenas noches. Así que para tuvimos un final de noche más divertido de lo esperado, dada la mala suerte que habíamos tenido hasta entonces.

Una porción de pizza para contrarrestar el alcohol

Por último, terminamos la fiesta comiendo algo de pizza en un local especializado en vender porciones de pizza y nos fuimos a descansar para cerrar la noche, no sin antes tener un último suspiro de mala suerte cuando de repente empezó a llover a cantaros… sea como fuere, al final mereció la pena.



Vídeo del capítulo 11:

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