viernes, 18 de agosto de 2017

Next Corea 2 | Capítulo 12: Día de senderismo en la montaña Inwangsan


Entre tanto turismo y tanta fiesta uno puedo agotarse, por eso teníamos un plan reservado para cuando nuestro cuerpo y mente pidieran hacer algo distinto en Corea del Sur, por lo que decidimos salir de la rutina viajera yéndonos un día a hacer senderismo en la montaña Inwangsan de Seúl.

Comenzamos la mañana preparándonos para nuestra caminata, es decir, ropa cómoda, paraguas para la posible lluvia que se avecinaba, y comida. Además de las patatas, sándwiches y bebidas isotónicas que compramos en el supermercado, nos llevamos algo de arroz que daban gratis en el alojamiento para comer en la cima de la montaña y recuperar fuerzas.


La mochila llena de suministros para sobrevivir, incluido un sándwich de... macarrones con queso??

Trazamos la ruta, y con ello quiero decir mirar un mapa y saber dónde hay un caminito para subir, para después dejarnos llevar por el entorno. Nuestro paseíto empezaba en la Plaza Gwanghwamun, donde nos bajamos del metro y aprovechamos para dar una vuelta por esta interesante plaza. Pero este no era el objetivo, la montaña nos esperaba.

Caminamos hacia el oeste del Palacio Gyeongbokgung, seguimos unos carteles que te marcaban la dirección del camino que te lleva a Inwangsan y no hubo pérdida. Eso sí, incluso antes de llegar al sendero ya se empezaba a notar como la pendiente se inclinaba y el camino se hacía pesado, ¡y ni siquiera habíamos empezado a subir de verdad!

Toda indicación es de gran ayuda

Empezamos de verdad la subida, entre árboles y todo tipo de vegetación. 5 minutos más tardes, junto a la primera área de descanso habilitada como mirador y zona de ejercicios, el cuerpo empezaba a decir basta, y no por el propio ejercicio físico, sino por el calor húmedo que hacía agotadora cualquier subida por pequeña que fuera. Un poquito de agua y a continuar.

Tras un rato de camino llegamos a un cruce donde la carretera partía el camino. Más allá de este cruce realmente empezaba el camino duro e inclinado, donde todo se vuelve más escalonado y rocoso. Empezaba el verdadero reto haciendo senderismo, había que lograr llegar a la cima y alcanzar la altitud de 340 metros.

El paisaje ya luce impresionante desde este mirador a mitad de camino

Habían pasado 30 minutos desde que comenzamos el camino desde la base y todavía nos quedaba un largo recorrido. Aun así las vistas desde este punto eran ya espectaculares, pudiéndose apreciar todos los altos edificios que forman la ciudad de Seúl y en el fondo las otras montañas que la rodean.

Infinitas escaleras de piedra, metal o madera nos guiaban la subida y nos acercaban poco a poco a la cima. Los miradores que encontrábamos por el camino cada vez eran más impresionantes y hacían cada vez más diminuta esta inmensa ciudad.

Felicidad por fuera, cansancio por dentro

Cada vez que pensábamos que la cima estaba tras esa última cuesta que se veía en el horizonte, un nuevo sendero subía más y más arriba, haciendo el camino infinito. El cansancio del cuerpo ya era hasta aburrido, creo que nuestros cuerpos se acostumbraron a ese sufrimiento, pero tener el objetivo de llegar a la cima no nos permitía rendirnos.

¡Por fin! Llegamos a la cima y el cansancio había merecido la pena para poder contemplar esas vistas únicas de la ciudad. El único problema fue que el lugar estaba vigilado por soldados y guardabosques que no te permitía grabar o sacar foto en una dirección concreta. Esto se debe a la cercanía a la casa presidencial surcoreana y todo el tema del conflicto con Corea del Norte, ya sea para evitar espías o incursiones a través de senderos. De hecho, toda esta tensión que existe en algunos de estos tramos de montañas, especialmente en la montaña del norte, Bugaksan, viene por la incursión de comandos norcoreanos en 1968, que intentaron entrar en la casa presidencial (Cheongwadae o La Casa Azul), para asesinar al presidente. Desde entonces se tiene especial cuidado en estas zonas y cualquier movimiento sospechoso es minuciosamente vigilando.

Prohibido fotografiar en esa dirección

Tras ver la placa que hay en suelo que marca el “top” de la montaña Inwangsan, buscamos un hueco entre las rocas que se asientan en la cima y sacamos nuestra comida, pues estábamos hambrientos y con ganas de recuperar nuestras energías perdidas por el camino.

Tocaba bajar de la montaña y volver a casa, no sin antes pasar un momento de relax frente a una ciudad que cada vez nos impresiona más, a la que siempre volveremos cada vez que tengamos una oportunidad por mínima que sea, de la cual aún nos queda mucho por descubrir y vivir

Objetivo cumplido, vuelta a casa!



Vídeo del capítulo 12:

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