Y de repente (y como siempre), vuelvo a retomar el blog, esta vez para poner al día los últimos viajes que hicimos en 2017, Japón y Corea. Concretamente en este post haré un resumen de cuál fue nuestra experiencia viajando a Japón y las aventuras vividas en Tokio.
¿Por qué cambiamos esta vez nuestro modus operandi y decidimos ir primero a Japón antes que a Corea? ¿Se convertiría esto de repente en Next Japón? ¿Nos olvidaríamos del país del kimchi y enfocaríamos todos nuestros viajes hacia el país del sushi?
Corría diciembre de 2016, cuando tras pasar ya unos 4 meses desde nuestra última gran aventura coreana, uno de nuestros arrebatos viajeros nos llegó, y tras una conversación motivadora acabamos comprando un vuelo dirección Tokio, sólo de ida…
¿¿Por qué?? Simplemente nos llamaba mucho la atención ir a Japón para hacer un viaje distinto y encontramos un vuelo muy barato, pero obviamente teniendo tan cerca Corea no íbamos a desaprovechar la posibilidad de visitar ambos países en un mismo viaje. Y así fue.
Sólo nos pillamos el billete de ida porque aún no sabíamos como íbamos a estructurar el viaje, ni cuánto tiempo pasaríamos en cada sitio, así que a medida que pasaron los meses el viaje fue tomando forma hasta que llegó la fecha objetivo, septiembre de 2017.
Llegada a Japón
La noche del 12 de septiembre comenzaba nuestra aventura, o mejor dicho, el eterno viaje que nos esperaba entre autobuses y aviones hasta llegar a nuestro destino nipón. En resumen: 6 horas de autobús desde Sevilla hasta Madrid, 4 horas de espera hasta el vuelo, 5 horas hasta la escala en Moscú, 1 hora de espera, 10 horas de avión hasta el aeropuerto de Narita y por último una hora de autobús hasta Tokio. Un total de 26 horas de viaje, nada mal comparado con otros viajes que hicimos.
Lo único malo de estos increíbles viajes son las interminables horas de vuelo y esperas
A todo esto hay que sumarle el tiempo que tardamos en encontrarnos cuando nos perdimos mientras buscábamos el alojamiento, que se hizo más eterno y cansado que todo el viaje junto.
El viaje entre el aeropuerto y la estación de Tokio lo hicimos en un autobús que sólo cuesta 1000 yenes y que es bastante cómodo. Bien señalizado todo, sin perdida. La pérdida empezó cuando tuvimos que coger el metro hasta la estación más cercana a nuestro alojamiento, Nippori. A día de hoy lo veo como algo súper fácil, pero en ese momento era un laberinto, y aunque estuviéramos acostumbrado al gran metro de Seúl, adaptarnos al de Tokio y sus indicaciones tomó algo de tiempo.
Cogimos la línea circular, que solo eran 6 paradas hasta Nippori. Que hubiera mucha gente por todas partes y que cargábamos con todo nuestro equipaje no hizo el camino un simple paseo placentero, pero ya sentíamos esa sensación de estar en un país nuevo y disfrutar de los contrastes que observamos durante el trayecto.
Llegamos a Nippori y empezó la aventura más dura del viaje, encontrar el alojamiento. Parecía fácil teniendo un mapa en el móvil, pero estaba más escondido de lo previsto. Dimos vueltas y vueltas, incluso preguntando a algunos japoneses para que nos ayudaran, lo cual no sirvió de mucho, pero ellos trataban de ayudarnos aunque no lo supieran. Primer gesto de la personalidad de los japoneses que experimentamos.
Por fin dimos con el lugar y pudimos descansar el cuerpo y la mente tras este interminable viaje. Y por fin nos dimos cuenta de que... ¡estábamos en Japón! Nos esperaban 2 semanas de visitas por Tokio, probando nuevas comidas y de acostumbrarnos a una cultura muy distinta y nueva para nosotros.
Alojamiento
El alojamiento, que fue nuestro hogar durante 14 noches, lo reservamos varios meses antes en la página web de Airbnb. Y lo he llamado hogar porque así lo sentimos. No podíamos estar más contentos con el sitio y sobre todo con la amabilidad del señor Tatsuya, el casero del mini apartamento donde nos quedamos.
El edificio estaba en un área residencial no muy lejos de Ueno y Asakusa. Contaba con 4 plantas, el dueño trabajaba en la primera, tenía su casa en la tercera y disponía de la segunda y última para alquilar. La nuestra era la última, situada en el tejado, que el casero había adaptado con habitaciones prefabricadas para tener un completo apartamento, con todo habilitado perfectamente para crear una vivienda cómoda y acogedora.
El único punto negativo es que no había ascensor y había que subir cada día todas las escaleras, pero estaba compensado por lo demás: una habitación con dos camas cómodas, sofá, televisión y escritorio para usar el ordenador, otra habitación para la cocina completa y la lavadora, y por último el cuarto de baño. Además, estaba la parte que distribuía estas habitaciones, que era un porche en el exterior con mesas y sillas, donde comíamos y nos relajábamos cada día.
La parte de las camas del salón/habitación, comodísimas
Elegimos este apartamento, además de por el precio y el lugar donde se encontraba, porque disponía de muchas comodidades, especialmente porque la cocina nos ayudó a ahorrar, ya que la aprovechamos para comprar algunas comidas o ingredientes y así preparar algunos platos. El plan era hacer una comida o cena al día en el alojamiento y otra fuera en algún restaurantes mientras hacíamos turismo. Por suerte teníamos un 7 Eleven al lado de casa, donde comprábamos de todo, incluido desayunos o meriendas cuando nos íbamos o volvíamos del apartamento. ¡Benditas las ofertas diarias de los convinis!
Pero volvamos al señor Tatsuya, ya que fue una parte importante para nuestra estancia fuera cómoda y un extra más para que nos sintiéramos como en casa. Mr. Tatsuya estuvo atento en todo momento, fue amable, cercano y comunicativo, a pesar de que no sabía hablar español o inglés, y nosotros no atinábamos más de 2 o 3 palabras japonesas.
Por encima de estas dificultades comunicativas, Tatsuya siempre se las apañaba para que lo entendiéramos, señalando, soltando alguna palabra en inglés que sí se sabía, o dejándonos algún mensaje en el móvil para que lo pudiéramos traducir. Algunos días venía y nos regalaba ramen o helado, nos daba algún consejo para que visitáramos algún lugar, o simplemente se preocupaba por nosotros cuando el tiempo estaba ajetreado, como por ejemplo la noche que vino el tifón. Además nos dejó durante toda nuestra estancia un aparato de wifi portátil para que nos lo pudiéramos llevar a cualquier parte y tener siempre Internet.
Mr. Tatsuya nos pidió el último día una foto con nosotros para el recuerdo
En definitiva, tanto el alojamiento como el trato que recibimos por Tatsuya fue excepcional y nos sentimos privilegiados por pasar allí 14 buenas noches. Sin duda, cuando vuelva a Tokio contemplaré la opción de regresar este lugar.
Transporte
El medio de transporte que usamos durante toda nuestra estancia en Tokio fue el metro, a excepción del autobús para ir y venir al aeropuerto. Cerca de nuestro alojamiento teníamos dos posibles estaciones para tomar el metro: Nippori y Minowa. Principalmente usamos la estación de Nippori porque es la línea circular y nos dejaba cerca de muchos de los lugares importantes que visitaríamos, o nos servía para conectar con otras líneas y llegar a sitios más alejados del centro.
Nuestro primer encuentro con el metro fue difícil, llegábamos cansados del viaje y no nos enterábamos de cómo funcionaba el sistema de Tokio. Intentamos comprarnos la tarjeta recargable pero no lo conseguimos, así que sacamos un billete sólo para ese viaje para no complicarnos y conseguimos la tarjeta al día siguiente, ya con la mente más descansada.
Cuando llegamos a la estación de Tokio por primera vez, lo primero que hicimos fue acercarnos al gran mapa del metro, con sus innumerables líneas, colores y números por todas partes. Sentí esa misma sensación cuando tomamos por primera vez solos el metro de Seúl, así que tocaba volver a acostumbrarse a esta nueva red de transporte. Nos fijamos en los números que aparecían junto al nombre de la estación y descubrimos que era el precio que costaba desde ese punto hasta esa parada. Solo 160 yenes hasta Nippori. Sacamos el billete e hicimos nuestro primer viaje tokiota.
El metro tiene líneas gestionadas por distintas entidades, por un lado la compañía Tokyo Metro y por otro lado el gobierno metropolitano de Tokio. Por ello puede variar las tarifas según la distancia o la línea que se usa, o si se hace transbordo entre líneas de distinta gestión. Un lío que tiene como solución comprarte una tarjeta recargable para no preocuparte más por esos detalles.
Nosotros nos sacamos la tarjeta prepago Suica y la llenamos según nos iba haciendo falta durante la semana, además podía usarse para pagar en otros sitios, como tiendas o en recreativas de videojuegos. Este último fue el segundo uso que nosotros le dimos cuando íbamos a Akihabara a jugar o tratar de conseguir algún muñeco en las adictivas máquinas de gancho.
Las cosas que se dicen del metro de Tokio son ciertas, puntualidad máxima y todo abarrotado de gente en las horas puntas, empleados del metro controlando y empujando para que pueda entrar todo el mundo posible a los vagones. Especial mención a bulliciosas estaciones como la de Shinjuku.
Si no sabes japonés, la señalización romanizada de los nombres de las estaciones ayuda a no perderse, aunque me fijé en que no siempre era así y a veces podía ser lioso, pero conseguimos adaptarnos bien a este sistema y no hubo grandes problemas para llegar siempre sanos y salvos a nuestro destino…
De momento termino el post aquí. Seguiremos en la segunda parte con los sitios turísticos que visitamos, la comida, el presupuesto y otros asuntos antes de terminar este resumen de nuestro viaje a Japón de 2018.
Dejo también el vídeo que hicimos de nuestra llegada a Japón para ilustrar un poco más esta parte del resumen.
Hola quiero invitarles a descargar su cupon de descuento airbnb Esteponal. Es super facil, yo estoy disfrutandolo al maximo.
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